domingo, 3 de noviembre de 2013

Conjuro

Conjuro

A ti. Sí, a ti te convoco... Funesto guardián de los avernos infernales,
Señor de las tinieblas; maestros de maldades,
A ti aclamo, a ti invoco, a ti aguardo;
A ti imploro la victoria en la augusta lucha sin señales.

Aquí me tienes, Satán... esclavo de tus artes;
comulgo de tu veneno, silencio mi desgracia bebiendo de tu sangre;
que el Mal me arrebate todo mi ser, que en tu sentencia siempre me guarde;
por querer como yo quise a aquella que con fuego hizo quemarme.

A la hora de partida

A la hora de partida

Un minuto. En sólo un minuto, millones de razones en un segundo;
fríos besos y ardiente deseo en el instante que se queda mudo,
limosna para el infiel ciego que no ve lo que ve mi corazón en el tuyo;
desgarro mi alma tras pensar que esto fue el final de nuestro mundo.

Un minuto. Tan sólo un minuto. Un minuto para verte, sentirte y abrazarte;
ser parte de tu adiós, de tu sentencia y tu desaire;
volver la vista atrás, llorando lágrimas de sal en la herida sin sangre;
Vete... no vuelvas más... que mi amor en tu vida no vuelva a cruzarse.

No comulgo de la mundana vanidad...

No comulgo de la mundana vanidad. Ay de mí! Si pertinaz lo hiciera;
deseando la gloria y el orgullo, si me dicen que comienzo a ser poeta;
Soy poeta de los ríos, de los cantes, de la vida y de la tierra;
soy poeta de una calle, de una plaza, de una fuente, de la nieve que ya cae por la sierra.

Vanidad de vanidades, aunque siempre no todo es vanidad;
vanidad del mérito inalogrado, del aplauso mal buscado;
señera intendencia de la vanagloria del éter desencantado;
soy poeta de la vida, de la rima que aquí no he encontrado.

Traición

Traición

Y en mi alma clavé el acero. Muy adentro, muy certero;
desgarrándome por dentro, el veneno me iba consumiendo;
al mirarte a los ojos, no veía a aquel de mi consuelo;
tu traición será mi tumba, más mi muerte, el fin de tu sustento.

Debía de haber enterrado el silencio de tus besos,
más bebí de su dulzura que sentenció mi vida por completo...

Me creo vivir en un cuento...

Me creo vivir en un cuento. 
Sin desaires, sin engaños, sin lamentos por un te quiero;
sin la traición del desamor que secuestra un sentimiento;
sin princesas ni príncipes azules que deslumbren los pensamientos;
me creo vivir en un cuento... más, despierto... ya no me veo.

Quisiera seguir soñando...

Quisiera seguir soñando...

A lo largo de mi letargo, quisiera seguir soñando.
En la dulzura de un beso, en la maravilla de un te quiero;
en la fuerza de un deseo, a tus brazos llegaré volando;
no desisto de mi empeño, en la aurora de mi descanso;
aunque mi alma esté herida, quisiera seguir soñando.

En la amarga despedida, en la lágrima que aún está viva;
en la áurea carta escrita, más no ser verso que a nadie excita;
quisiera ser la voz que tu pesar grita;
quisiera seguir soñando, al calor de tu memoria tan infinita.