A la hora de partida
Un minuto. En sólo un minuto, millones de razones en un segundo;
fríos besos y ardiente deseo en el instante que se queda mudo,
limosna para el infiel ciego que no ve lo que ve mi corazón en el tuyo;
desgarro mi alma tras pensar que esto fue el final de nuestro mundo.
Un minuto. Tan sólo un minuto. Un minuto para verte, sentirte y abrazarte;
ser parte de tu adiós, de tu sentencia y tu desaire;
volver la vista atrás, llorando lágrimas de sal en la herida sin sangre;
Vete... no vuelvas más... que mi amor en tu vida no vuelva a cruzarse.
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